El show de la democracia IV. El final


"Yes we can, but I need more time"
Pasados unos días para superar la resaca de la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales USA, quiero acabar la serie “El show de la democracia” comentando un triunfo que finalmente fue más holgado de lo previsto, en una jornada electoral en la que también se renovaban parte del Senado y del Congreso, y se consultaban a nivel local temas tan variopintos como: la legalización de la marihuana, el endeudarse para ampliar una escuela, la independencia de Puerto Rico, el matrimonio gay, el asfaltado de una carretera o la eutanasia.
La campaña electoral que gana es la mejor, de la misma manera que el presidente que resulta elegido es la consecuencia de esta afirmación. Tras lo ocurrido en la Universidad de Denver, donde a Obama le salvo del KO la campana, la “Casa Blanca” se puso al servicio del think tank electoral. Obama moderó la soberbia, pasando a ser más candidato que presidente, y dedicando más tiempo a preparar sus intervenciones, lo que se notó en los dos siguientes debates.
Y sobre todo, resaltar que la estrategia demócrata se remodeló para movilizar a su electorado del 2009, desmotivado porque la revolución prometida no había llegado. Para conseguirlo había que renovar la esperanza y darle la vuelta a la tortilla de sus incumplimientos electorales: reducción de la tasa de paro, control del déficit, cierre de Guantánamo, etc. ¿Cómo hacerlo? Pidiendo más tiempo para hacerlas realidad: “Lo mejor está por llegar” (“Yes we can, but I need more time”).
En un país donde ningún presidente ha sido reelegido con una tasa de paro superior al 10%, donde las encuestas a pie de urna coincidían en que la economía era la primera preocupación de los estadounidenses, y que el mejor preparado para administrarla era Mitt Romney, ¿por qué no ganó el candidato republicano? La respuesta, más allá de la escasa capacidad del republicano para conectar con los más desfavorecidos, puede estar en que la preocupación de los desempleados y las clases populares está en la inmediatez de sus necesidades y en la microeconomía, identificando la macroeconomía con el largo plazo y con las personas más ricas.
Los triunfos se construyen con aciertos pero también con las equivocaciones del oponente. En un país donde en el año 2.020 un cuarto de la población será hispana, en el que esa “minoría mayoritaria” vota en una proporción de 3 a 1 al Partido Demócrata y en el que ningún republicano ha alcanzado la presidencia sin conseguir al menos el 30% de los votos hispanos, fue un claro error estratégico no nombrar a un hispano, y aun mejor a una hispana, para acompañar a Mitt Romney en un 'ticket' electoral en el que Paul Ryan representaba más de lo mismo.
Ya para acabar, resaltar que el triunfo de Obama se sustentó en un impecable equipo de campaña que supo reaccionar a tiempo remodelando su mensaje hacia la emoción de la esperanza. Pidiendo más tiempo a su electorado más fiel: las mujeres, con la que Michelle Obama es una potente conexión, los jóvenes, los afroamericanos y los hispanos.
Mientras que Mitt Romney pagó las consecuencias de la creciente influencia de un Tea Party que, tras 4 años empujando a los republicanos hacia la derecha con su intransigencia negociadora en el Congreso, en las primarias le colocó un ticket electoral incoloro en lugar de complementario, que a mi entender no sumó nada.
Michelle Obama seguirá durmiendo en la Casa Blanca, y no sé si Anne, la Sra. Romney, seguirá sirviendo el té.

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