La desvergüenza de los sinvergüenzas

Hoy no voy a escribir sobre “accountabilty”, aunque el tema que me ocupa tiene mucho que ver con este maravilloso concepto. Me refiero al ya conocido como “Affaire del Palau” o “Caso Millet” que ha vuelto a poner sobre la palestra a sinvergüenzas, sinvergüenzones, pocavergüenzas y desvergonzados.

El sinvergüenzón de Félix Millet ha confesado que es un ladrón. Digo sinvergüenzón pues según el diccionario es algo mas que sinvergüenza y dados sus antecedentes –condenado por imprudencia y falsedad documental en el caso Renta Catalana (1983)- creo que es menester subirle de grado en el escalafón de los canallas, y digo ladrón porque aunque algunos intentan tamizar su acción utilizando terminologías mas técnicas como: malversación, apropiación, disposición indebida etc., de lo que se trata es de un delincuente mas a añadir a la larga lista de corruptos de guante blanco que pueblan la sociedad y la clase política.

Ignoro si su repentino “mea culpa” es fruto de un arrepentimiento sincero u obedece a la estrategia diseñada por su defensa, y si su expiación publica es un aviso a navegantes; pues en este “vaudeville” seguro que hay mas sinvergüenzas, cómplices y colaboradores necesarios, que por acción u omisión pueden haber participado en los delitos de los que es confeso “el caballero”; todo ello sin olvidar a los que se han quedado con el culo al aire: La dirección de la Fundación, el Patronato, auditores, Protectorado, Registro de Fundaciones, y los que hoy como ayer forman parte de la Partitocracia que se reparte el oasis catalán..
Dicho esto, confiemos en que la filtración a la prensa de la confesión de “Don Félix” no disminuya el interés de los investigadores así como la intensidad de la investigación, y que “todo” no acabe con la ejecución del burgués, pues ya se sabe, muerto el perro se acabo la rabia.
Y es que el riesgo de que al levantar la tapa, la mierda lo inunde todo es alto y la posibilidad de que veamos a Montilla limpiando las cloacas del poder, se me antoja improbable, como ya ocurrió con el tristemente famoso 3 %.

La sospecha de que muchas de las decisiones de intervenir o no una Fundación o Asociación son eminentemente políticas cada vez es mas compartida. En Hacienda, la Fiscalía, el Protectorado o en el Registro de Fundaciones, seguro que la mayoría de funcionarios intentan cumplir con su deber, el problema es que no siempre les dejan, no siempre intervienen y a veces parece como si les obligaran a hacerlo.
Cuentan las malas lenguas del siempre morboso boca-oreja, que las irregularidades detectadas se amontonan en las mesas de los responsables del Protectorado, y que muchas de estas denuncias son guardadas en unas “neveras” lealmente administradas por los que realmente mandan, llegando a los juzgados o a la prensa según el apetito que marcan las encuestas de voto.

¿Qué hizo la Generalitat de Pujol y Más con el informe de la Sindicatura de Comptes, que ya en el 2.002 alertaba sobre la existencia de irregularidades en las cuentas del Palau de la Música? ¿Que hizo la Generalitat del tripartito como responsable del Protectorado? ¿Qué ha hecho la Generalitat de Montilla y Carod desde el Registro de Fundaciones durante estos últimos años?
Cabe resaltar que la Generalitat también es la responsable del Registro de Fundaciones y del Protectorado, cuya obligación principal es: “Velar por el efectivo cumplimiento de los fines fundacionales y verificar si los recursos económicos de la fundación han sido aplicados a los referidos fines.”
A este respecto, y aunque me aparte un poco del “Affaire Millet”, quiero hacer referencia a la impunidad con la que también actúan algunas asociaciones al aplicar sus recursos, la mayoría de ellos provenientes de subvenciones que pagamos todos, a fines que nada tiene que ver con los que fijan sus estatutos. El ultimo caso es el del “Centre moral de Arenys de Munt”, manda narices con el nombre, que hace poco organizo la tristemente famosa pantomima del referéndum.
Evidentemente la Administración no actúa ni actuara contra ellas, especialmente contra las que no hacen más que invertir en los objetivos que la Generalitat y el PUC les imponen con susurros, actuando como instrumentos políticos al servicio de las estrategias de los que actúan como si estuvieran por encima del bien y del mal.

Si a la avaricia humana le añadimos la endémica opacidad de la administración y el mal ejemplo que dan nuestros gobernantes, con Montilla a la cabeza, incumpliendo sentencias, desafiando tribunales y haciendo llamamientos a la insumisión, lo que tenemos es una tierra fértil para que “personajes” como Millet sucumban a la tentación y se aprovechen del despilfarro y el desconcierto, para escarnio de los millones de parados que hay en España. Y es que...... a río revuelto ganancia de sinvergüenzas, sinvergüenzones, pocavergüenzas y desvergonzados.



Nito Foncuberta

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