A diferencia de lo que ocurrió hace 4 años cuando Barack H. Obama fue presentado en el teatro mundial como el mesías del “yes we can”, hoy por hoy, el interés de la sociedad española en las elecciones USA ha disminuido en la misma proporción en la que hemos despertado del sueño de creer que éramos una potencia y podíamos compararnos con los EEUU o incluso desafiarles, como hizo ZP al paso de su bandera.
En la madrugada del pasado martes (hora española) se celebró en Boca Ratón (Florida) el último de los debates televisivos entre Barack Obama y Mitt Romney. Esta vez tocaba hablar de la política internacional del país más poderoso del mundo. Un tema que solo despierta interés en el pueblo americano en tanto en cuanto pueda influir en su industria, comercio y sobre todo en su seguridad interior (los atentados del 11 de septiembre les hicieron sentir vulnerables), sin olvidar el trillón de dólares de su presupuesto militar. Los índices de audiencia bajaron un 15%, según Nielsen.
En la madrugada del pasado martes (hora española) se celebró en Boca Ratón (Florida) el último de los debates televisivos entre Barack Obama y Mitt Romney. Esta vez tocaba hablar de la política internacional del país más poderoso del mundo. Un tema que solo despierta interés en el pueblo americano en tanto en cuanto pueda influir en su industria, comercio y sobre todo en su seguridad interior (los atentados del 11 de septiembre les hicieron sentir vulnerables), sin olvidar el trillón de dólares de su presupuesto militar. Los índices de audiencia bajaron un 15%, según Nielsen.
Obama llegaba a este tercer enfrentamiento tras salvarse del
KO en el primero que tuvo como eje su política interior (El show de la
democracia I), y con una ajustada victoria por puntos en el segundo gracias a
sus innegables habilidades como actor en el formato “tengo una pregunta para
usted” (El show de la democracia II). La explicación práctica para los
consumidores de democracia es que Obama partía con una ventaja de 3-4 puntos
antes del primer show y ambos llegaban a Boca Ratón con un empate técnico del
47 % en intención de voto.
A diferencia de lo que ocurrió en el primer debate en el que
Obama mostró cierta soberbia al no prepararlo debidamente, minusvalorando a su
contrincante, Obama se presento en Florida con los deberes hechos y con una
cierta ventaja al estar mas curtido por la experiencia acumulada en el plano
internacional, y así lo demostró transmitiendo, corporal y verbalmente, una
imagen de seguridad y convicción.
Los candidatos redujeron la política exterior a temas
relacionados con el terrorismo y la guerra, priorizando Obama su 'roll' de
comandante en jefe sobre el de líder de la diplomacia USA. A excepción de una
tímida mención de Romney al mercado sudamericano y de Obama acerca de la
disminución de las importaciones de crudo, no fue hasta los últimos minutos, y
a propósito de China, cuando se hablo de comercio exterior al denunciar ambos
su competencia desleal y la falta de respeto del gigante asiático a los
tratados.
A diferencia del primer debate, donde el candidato
republicano denunció los incumplimientos de los compromisos de Obama en materia
de déficit y empleo, en esta ocasión el presidente en funciones puso en valor
haber cumplido con sus promesas: la retirada de Irak, el inicio del traspaso de
poderes a los afganos, y la desaparición de la cúpula de Al Qaeda. Sobre este
último extremo Obama recordó que de haber informado a Pakistán -como defendía
Romney- sobre la operación que ejecutó a Bin Laden, ésta hubiera fracasado.
En el ámbito de la política exterior apenas hubo diferencias
entre sus planteamientos. Esto situó a Romney en una posición de debilidad, de
la que intento salir tratando de introducir la economía en el rifirrafe y, a
diferencia de lo ocurrido en el debate sobre política interior, esta vez se
encontró a un Obama crecido y preparado, que sí supo contraatacar con sus
propuestas en educación y 'medicare'.
En Boca Ratón ocurrió lo contrario que en el primer debate.
Esta vez fue Barack el primero en abandonar su puesto de trabajo para fundirse
en un abrazo con Michelle. Se sabía ganador. Esta vez fue Mitt quien casi
rechazó el abrazo que le ofrecía Anne. Las encuestas también han dado ganador
al candidato demócrata.
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