Tras el inocuo debate de los escuderos aspirantes a
caballeros celebrado hace unos días entre Joe Biden y Paul Ryan, ayer, los
auténticos protagonistas de la campaña electoral americana volvieron al
estrellato, desmintiendo una vez más el tópico de que“el pueblo” es el actor
principal.
En este su segundo debate, los candidatos a presidir la
nación más poderosa del mundo se sometieron a las preguntas de 80 ciudadanos
“independientes” previamente seleccionados por el prestigioso instituto Gallup.
El formato del acto era el de: “Tengo una pregunta para usted”, el mismo que
puso en apuros a ZP por no saber el precio de un café.
Presionado por la ventaja de 2/3 puntos que Mitt Romney
había cobrado tras el primer debate, y la necesidad de movilizar a sus fieles,
el comandante en jefe de los EEUU se mostró más agresivo que en Denver (Colorado), frente a las
acusaciones que le dirigió el republicano por las promesas incumplidas en materias
como por ejemplo: la creación de empleo, la reducción del déficit y la ley de
inmigración. Romney también lidio bien los envites de Obama y mantuvo el tipo
con solidez, aunque en algunos momentos pareció olvidar los mantras que a buen
seguro su equipo le había inculcado: “Usted no tiene credibilidad cuando dice
que hará lo ha sido incapaz de hacer” o “sus recetas no han funcionado”.
Los temas que mas calentaron un escenario sin atriles, en el
que los contendientes podían moverse a placer, algo que en principio
beneficiaba a un Obama mas preparado como actor, fueron: El ataque a la
embajada de Benghazi, los impuestos,
la financiación del gasto y las pensiones, la deslocalización industrial, el
empleo, la política energética y los precios de los combustibles, la 2ª
enmienda con los AK47 y la asociación del rifle incluido, y por fin hablaron de
inmigración; un terreno en el que a mi modo de ver, los republicanos han
cometido un error estratégico, al no complementar su ticket electoral con un
vicepresidente latino, capaz de atraer a un sector del electorado en el que
pierden por 3 a 1.
La frase: “Él nos quiere llevar al mismo desastre que
antes”, puede ser el ejemplo que condensa la estrategia más agresiva de un
Obama que se defendía de un Romney al que denunciaba por no explicar como iba a
financiar la ejecución de sus propuestas.
Ambos atacaron y contraatacaron sin llegar a permitir que:
“el usted miente”, y el “tu mas”, acaloraran demasiado el debate. Evitando así
el consabido efecto de rechazo en la audiencia que las trifulcas producen.
Adjetivos como: Obama renace o resucita, han sido usados
tras el combate político por los mismos comentaristas, que tras el primer
debate solo concedieron una pequeña ventaja a Romney, cuando las posteriores
encuestas demostraron que la campana había salvado a Obama del KO. El
presidente de los USA ha resurgido, pero intuyo que no lo suficiente como para
absorber la ventaja que le lleva Romney, pero si reducirla
Al acabar el show,
Mitt y Anne volvieron a ser los primeros en abrazarse, pero esta vez, Barack no
se escabullo de los cariños de Michell.
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