Despedida


Las últimas informaciones que han trascendido sobre las declaraciones del responsable de organización de Ciudadanos, un tal Carlos Pérez, han sido la gota que ha acabado con mi militancia, tal vez un poco tarde, pues ya hace tiempo que los bandazos ideológicos de Cs a la caza de unos votos que solo servirán para mantener algunos sueldos y poltronas, me avergüenzan. Hace mucho que Ciudadanos sacrifico la ética por la estética convirtiéndose en socio de esa partitocracia a la que íbamos a combatir. El hedor de lo que otrora fue un perfume embriagador se me ha hecho insoportable.

Tuve el honor de ser miembro de la Asociación Ciutadans de Catalunya, y de militar desde el primer día en el partido que alumbramos desde la Asociación, Ciutadans, y hoy me despido de aquella maravillosa aventura política que fue Ciudadanos. Fui miembro del Comité Ejecutivo y del Consejo General, accediendo a ambas responsabilidades por votación directa de la Asamblea con listas abiertas y desbloqueadas, habiendo sido el más votado para el Consejo General, honor que nunca olvidare.  Jamás he cobrado un Euro o una dieta del partido. Incluso mis viajes de representación a Bruselas o USA, o mis viajes de campaña electoral los pague de mi bolsillo. Había que dar ejemplo a los caraduras que a buen seguro se sumarian a la expansión de nuestro partido. Hace ya seis años que deje mis responsabilidades en el partido discretamente, pero hoy lo hago publico pues Cs es un cadáver, y los cadáveres no sufren.

Fundamos un partido que se apartaba de la dicotomía derechas versus izquierdas, un partido pragmático en el que convergíamos socialdemócratas y liberales, convencidos de que las ideologías del siglo pasado no ofrecían recetas para solucionar los problemas de este siglo. Recuerdo que en la tele o la radio me preguntaban si éramos de derechas o izquierdas; yo simplemente contestaba: Plantéeme un problema, yo le daré la solución que proponemos y que la audiencia decida si nuestra propuesta es de derechas o izquierdas. 

Fundamos un partido útil, con la vocación de evitar que la gobernabilidad de España dependiera de nacionalistas y populistas. Un partido con el objetivo de conseguir que el Estado volviera a trabajar para los ciudadanos y no al revés. Un partido que recondujera la partitocracia hacia la democracia, un partido que defendiera la “accountability”, la rendición de cuentas y la meritocracia, como pilares de la administración.

Todos esos ideales y objetivos ya no son de ciudadanos y por eso he solicitado mi baja del partido. Mas allá del alejamiento de la democracia interna que otrora fue parte de nuestro ADN, y de los errores estratégicos que cometió Albert Rivera creyendo que podía fagotizar al PP.  Hoy, el único objetivo de Cs es mantener unos meses mas el sueldo de unos pocos dirigentes. Aquello que llamábamos “las sillas”. Y yo a esto ni juego, ni he jugado, ni voy a jugar.

De todos estos años en Ciudadanos me quedo con toda la buena gente que he conocido, que es mucha. Compañeros que se convirtieron en amigos que hoy comparten conmigo la tristeza de no haber podido asistir a un entierro digno, compañeros y amigos que durante años votaron con ilusión y ahora vuelven a hacerlo como antes de que existiera Ciudadanos, tapándose la nariz.

Nito Foncuberta

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