(Buda, Sidhartha Gautama)
Los muros de la pobreza como los de la tiranía, siguen levantándose para vergüenza de la humanidad.
Hace unos días me enteré por la prensa de que en el bello "Río de Janeiro" las autoridades han decidido aislar las favelas que sobreviven en las colinas que rodean la ciudad del “carnaval”, construyendo muros de 3 metros de pesado hormigón.
Mi primera reacción fue de rechazo cuando mi subconsciente me trajo a la memoria los muros de Berlín y Cisjordania, la gran muralla china e incluso he de reconocer que pensé en Ceuta, Melilla y en “the wall” de Pink Floyd. La siguiente imagen que aterrizo en mi disco duro fue la de uno de los líderes de la nueva izquierda iberoamericana: Luiz Inacio Lula da Silva.
Ese mismo día le escribí un emilio a un buen amigo, que vive en la zona de los que comen cada día tres veces en esa excitante ciudad, para que me confirmara la noticia. En su amable contestación, solo le dedicaba unas pocas palabras a la respuesta: “Sobre tu pregunta, me da vergüenza decirlo, pero tu información es correcta”
Hoy todo parece justificable. Lo que los cariocas llaman “muros de la discordia”, el gobierno del estado de Río lo explica como una medida para frenar la expansión de las favelas desde su emocionante preocupación por la seguridad de los que viven miserablemente en ellas; lo que me recuerda cuando el gobierno de la Alemania Oriental justificaba la construcción del “Antifaschistischer Schutzwall” en la necesidad de contener la expansión del fascismo cuando la realidad era que Hitler y Musolini ya estaba criando malvas, y que durante los 29 de la existencia del muro, las casi 300 personas que oficialmente murieron en el, no lo hicieron al querer entrar en la torticeramente llamada Republica Democrática Alemana, si no al querer salir.
Es cuanto menos que sorprendente ver al gobierno de Lula convertir estos guetos en una especie de cárceles de régimen abierto con pase de pernocta. ¿Para evitar que? ¿Que las favelas sigan creciendo? ¿Para seguridad de quien? Como si acotar la miseria levantando muros sirviera para reducir la pobreza y construir sobre las chavolas asegurara el sueño de sus moradores.
Hay muros que se construyen para que unos no salgan y también los hay que se levantan para que "los otros" no entren, que se construyen con la justificación de la defensa, como los castillos del medioevo, "Fort Apache”, la “gran muralla china” o la llamada “barrera de Cisjordania”, construida en nombre de una seguridad que evidencia la incapacidad de los gobiernos palestinos e israelíes para conseguir la paz, a la vez que esconde el egoísmo de los integristas de Hamás y los partidos sionistas radicales que viven de la confrontación, retroalimentándose de ella como todo nacionalismo.
Hay mares y ríos que se convierten en muros para los que buscan una vida en libertad y un futuro mejor, como el muro marítimo cubano, que cada año se cobra la vida de docenas de intrépidos balseros, o el peligroso muro fluvial de “Río Grande” en el que mueren decenas de espaldas mojadas, también en su camino hacia "el dorado" americano de los EEUU.
Hay paredes que se convierten en muros de la vergüenza, y si no, que nos lo digan a los demócratas, cuando vemos que en muchos ayuntamientos vascos las fotos de unos asesinos ensucian sus paredes para orgullo de sus benefactores, mientras sus victimas lloran en la intimidad. Igual de cercanos también tenemos otros muros levantados para controlar los flujos de la libertad y la miseria, como las alambradas de Ceuta y Melilla.
El muro del egoísmo de los que vivimos en el “estado del bienestar” únicamente se puede derribar con nuestra solidaridad hacia los que sobreviven en “el estado de la miseria”, hacia los que padecen la falta de libertad.
Solo me queda la esperanza de que cada día seamos más los que nos dedicamos a romperlos que los que se dedican a levantarlos.
Nito Foncuberta
1 comentario:
Muy bueno. Estás que te superas, Nito.
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